domingo, 18 de marzo de 2012

Chucho y la patente




Hace unos días tuve un incidente de tránsito que no pasó a mayores pero me dejó lo suficientemente alterado como para no sacármelo de la cabeza durante toda la mañana. Inexplicablemente, pese a la bronca del momento, alcancé a anotar la patente del auto que me sacó de quicio ese día. Cuando volví a mi casa entré a Google y busqué "patente automotor". Esto me llevó a la página http://api.santafe.gov.ar/tra2010/pt/boleta/index.php donde cualquier persona puede imprimir las boletas de pago de la patente de cualquier automóvil. El asunto es que, en la boleta de pago, figura el CUIT/CUIL del dueño del auto y, dentro del mismo, está incluído el DNI. Luego ingresé a la página del Banco Central de la República Argentina. Hice click sobre Central de Información y luego sobre Informes por CUIT. Introduje el CUIT en cuestión y obtuve varios datos de su titular. No sólo me sorprendí porque era una mujer (yo pensaba que había sido un boludo provocador de los que abundan en las calles rosarinas) sino que me enteré de su estado crediticio y de cuánto le debía al Banco de Santa Fe, a Falabella y a Garbarino.

No seguí ivestigando porque me interesaba otra cosa: quería la dirección y teléfono de la amable señora. Ingresé a http://www.telexplorer.com.ar/ y obtuve todo. Éramos casi vecinos. La confirmación de tal proximidad hizo que desistiera de cualquier venganza impulsiva.

Pero me quedó algo de curiosidad. Ingresé a Facebook y busqué el nombre de la mujer. Aparecieron varias con el mismo nombre pero una de las primeras en la lista coincidía con su perfil. Hice click sobre ella y descubrí que su Facebook es totalmente público. Es una persona mayor de 50 años por lo tanto es posible que no sepa cuidar su privacidad en la red. Ví sus fotos, sus gustos musicales, su estado sentimental, sus textos en el muro y las cargadas de sus amigas cincuentonas. ¿Cargadas de sus amigas? Más que cargadas eran empujones animándola a avanzar en una relación "prohibida". Relación prohibida con un tal "Chucho". Pero si yo conozco a un "Chucho" que está casado con... ¿no será el mismo? Entré a los álbumes de fotos de la señora cincuentona. Ví fotos de vacaciones con amigas en Punta Cana (es obvio que está separada), fotos de los hijos recién casados, fotos de una fiesta de Fin de Año donde aparece ¿quién?, sí: Chucho. El mismo que yo conozco. Si ésto fuera una peli yo tendría armas como para extorsionar a Chucho y a la señora cincuentona. Pero estoy corto de tiempo y tengo que ir a laburar. Piensen que todo empezó por anotar una patente. En menos de diez minutos esa patente me llevó a descubrir que Chucho se encama o se está por encamar con una separada que maneja muy mal. Cuidado Chucho.

martes, 26 de abril de 2011







Renunciar a la felicidad propia en favor de la de terceros, no asegura para nada que el destino obedezca a nuestros deseos.


Lo leí por ahí, hace un rato... quedé pasmado.
Váyanse a la mierda ¿Quieren?

sábado, 12 de febrero de 2011

El 53 a primera, por favor. Nacional Nocturna, sí


- Che, te avisaron que se murió el Pelado ¿no?
- ¿Qué!!!? ¿Cuál pelado boludo?
- ¿Qué Pelado va a ser?: ¡Mariano pelotudo! ¿No sabías que se mató?
- ¿Cómo que se mató? ¿Me estás cargando pelotudo? ¡No sé nada de nada!
- ¡Se mató en un accidente infeliz! ¿Cómo que no sabés? ¿Nadie te comentó?
- ¡Qué se yo boludo! Estuve con todos los quilombos del viaje. Llegué hace dos días ¿Como querés que sepa?
- ¿Pero ... nadie te avisó?
- No boludo, nadie... ¿Cómo que se murió el Pelado? ¿Qué pasó?
- Se hizo mierda con el auto.
- ¿?

- Te resumo. El Pelado tenía que trabajar el sábado a la tarde. Lo hacía para ganarse unos mangos extras. Andaba medio seco, como siempre.
- ¿?
- De paso, ¿Sabés cuánto era el extra?: Cincuenta y tres pesos.
- Me estás jodiendo.
- No boludo no... me lo contaron sus compañeros de trabajo. Por trabajar el sábado le pagaban cincuenta y tres mangos extras y ...
- Contame qué le pasó pelotudo!
- Está bien. La cuestión es que el sábado hubo un sol radiante de puta madre. Entonces la mujer del Pelado le propuso irse a la casa de Matilde en Funes para aprovechar el sol y la pileta y comer un asado a la noche cuando el Pelado volviera del laburo. ¿Me seguís?
-¡Sí!
- Parece que al Pelado no le gustó que la mujer viajara en bondi hasta lo de Matilde en pleno mediodía.
- ¿Y?
- Por el calor ¿viste? Además ese bondi de mierda del Monticas tarda como una hora en llegar a Funes y encima te deja en la ruta. La pobre Laurita iba a tener que caminar las cinco cuadras desde la ruta hasta la casa de Matilde a pleno sol ... ¿entendés boludo?
- Sí, entiendo... Pero ¿qué pasó?
- Ahí está el huevo. El Pelado quiso llevarla en el auto. Pero estaba con el tiempo justo. Para ahorrar minutos fue por la ruta y, antes de llegar a la salida donde vive Matilde, agarró por un camino más corto pero lleno de ripio y piedras.
- Si, ya sé. El caminito de la parada 16. Es una cagada de pozos y piedras.
- Bueno... agarró por ahí, llegó a lo de Matilde, dejó a su mujer y salió a los pedos para el laburo.
- ¿?
- Para volver, en vez de agarrar la misma ruta encaró para la autopista nueva. Para venir más rápido, supongo. Pero parece que en el ripio de ese caminito de mierda que agarró alguna goma se le pinchó. Suponemos. Qué se yo. Parece que cuando entró a la autopista ya se le venía desinflando.
- ¡!
- ¿Viste que cuando bajás a la autopista a la altura del Kentucky hay como una curvita hacia la derecha?
- Yendo p'a Rosario?
- Si
- Sí, un curvita conchuda que te engaña de noche con las luces de los que vienen de frente.
- Bueno, se ve que el Pelado entró ahí con la goma ya desinflada. Lo debe haber pisado a fondo y tomó la curva como a 140.
- ¿?
- La goma se partió, el 207 se le cruzó y salió dando vueltas. Dio como diez vueltas sobre el pasto del lado de adentro de la autopista y ...
- ¿Y?
- ...y se terminó cruzando al otro carril...
- Naa
- ... de frente venía un Scania cargado con fierros. Lo agarró en el techo. Un desastre.
- Mentira boludo.
- Un desastre.
- ¿Y la mujer? ¿Y los chicos?
- Un desastre.
- ...
- ...
- ¿Cuándo fue?
- ¡El sábado pelotudo! ¿No te dije que iba a trabajar el sábado por cincuenta y tres mangos?
- ¡Qué desastre! ¡Cincuenta y tres mangos...! Boludo. ¡Esta picada nos va a costar más de setenta!
- Nunca tuvo suerte el Pelado para esas cosas. Un desastre... tardaron cuatro horas en sacarlo del auto.
- ¡Pará! ¡No puedo comer más boludo...! cincuenta y tres mangos... dejame de joder...

domingo, 21 de noviembre de 2010

Maipú 747



El lugar: el asiento trasero del taxi en el que venían viajando.

La época: aquellos días de hace casi veinte años cuando estaban enamoradísimos, fascinados por su propio amor clandestino, hamacándose entre el llanto y la risa que les provocaba tanta intensidad. Prófugos.

La conversación: el lugar donde ir a vivir.

Ella ya estaba decidida y había dado los pasos en esa dirección: había despedido a su pareja "legal" y ya imaginaba el nuevo lugar junto a él.

Él, en cambio, venía demorando el asunto. En un flash, como sufriendo un instante revelador de realidad, dejó a sus labios decir: "Yo voy a morir en Maipú 747, me parece".

"Gracias por la parte que me toca", dijo ella apartándose. El desencanto le quebró la boca. Los labios hacia atrás. Un gesto típico de ella pero magnificado hasta la fealdad por lo que acababa de escuchar.

Maipú 747 era la casa de él. Su hogar verdadero. Inconscientemente dijo: "Yo voy a morir en Maipú 747, me parece".

Pasaron casi veinte años. Él sigue en Maipú 747. Está con su familia pero a punto de mudarse. Faltan pocos días para pasar a un lugar mejor, más grande, moderno, bien decorado.

Ella vive cerca, con nueva familia. En éstos veinte años lo vió solamente dos o tres veces. Cruces apresurados, casuales, callejeros.

Él no se siente bien. Sabe que tiene algo que lo puede matar hoy, mañana o dentro de veinte años.

Él le tiene miedo a su propia profesía: "Yo voy a morir en Maipú 747, me parece". Faltan doce días para la mudanza. El departamento es un despelote lleno de cajas y valijas. A él le duele el pecho y le cuesta respirar cuando sale caminando hacia el trabajo.

Hiriéndose a sí mismo él se pregunta constantemente: ¿Alcanzaré a mudarme?

sábado, 31 de julio de 2010

No entiendo esta nueva tendencia de construir departamentos en los que la cocina, el comedor, el lavadero y el living comparten el mismo espacio casi sin divisiones entre ellos.

Debe ser estéticamente fantástico sentarse con un amigo en el living para escuchar música o ver un partido mientras se huelen los vahos provenientes de la cocina y el lavadero (ropa de bebé, o de adolescentes recién llegados de la práctica de fútbol, o del abuelo con incontinencias de esfínteres).
También llegan los ruidos de platos, lavavajillas, lavarropas y cuanto utensillo se mueva en la cocina. No hay divisiones ni se crean posibilidades para armar espacios íntimos. El único refugio es un dormitorio de 3x3 donde apenas se puede circular. Pero ese no es lugar para sentarse a escuchar música solo o acompañado.

Para colmo, te quieren vender estos cubículos como viviendas de "alta gama". Es decir, te cobran un huevo por algo que es una reverenda cagada incómoda. Un rancho con más marketing que comodidades.

Arquitectos, constructores e inversores que se dedican a ese tipo de construcciones deberían terminar clavándose con ellas y verse obligados a cederlas gratis a los okupas y mendigos que andan cagándose de frío por ahí.

miércoles, 14 de julio de 2010

¿Seré Gata Flora?




Paso diez meses al año maldiciendo y puteando el calor y la humedad rosarinos. Maldigo al sol, al pavimento, al viento norte, a mi vieja y a medio planeta pidiendo por favor que llegue el frío.
Bien, hace tres días que no hay humedad y hace un frío de cagarse. ¡Y ya no lo soporto!
Maldigo el tener que ponerme cuatro camisetas, saco polar, campera polar, gorrito polar, tres pares de medias y botas de astronauta para ir hasta la esquina a comprar espinaca.
¡Que estalle el verano de una vez por favor!
¡Ya quiero ver la placa de Crónica anunciando la calor...!

viernes, 18 de junio de 2010

Cuestiones Insondables


Toda rubia tarada tiene un hijo llamado Lautaro.

martes, 6 de abril de 2010

La Vida es una Mierda


Echando un vistazo al Blog de Bugman terminé relatando ciertos detalles de una operación por la que tuve que pasar hace unos días.
Es que, como soy un hombre consciente y respetuoso de cuanta regla políticamente correcta hay en la vida, seguí al pie de la letra los pasos necesarios para realizar una visita al proctólogo. Ocurre que, desde hace años, me bombardean las notas que dicen que, después de los 40 años, todo hombre debe hacerse revisar el culito y el interior de su intestino buscando posibles daños que pueden generar daños mayores. De la misma manera debe procederse con la próstata, la dentadura, las coronarias, las articulaciones y cuanta parte de su anatomía se le ocurra al gerente de marketing de algún laboratorio. No es que sospeche que todo se trata de una burda operación pergeñada por los grandes laboratorios medicinales. No señor. Lo que ocurre es que me picaba el culo cada vez más seguido y, para despejar cualquier connotación sexual, decidí llevar mis pasos hacia el consultorio de un proctólogo.

Gran amigo el proctólogo. Lo primero que observé al saludarlo fue el tamaño de sus manos. Más precisamente el de su dedo mayor. Debo confesar que me tranquilicé. El tamaño de sus dedos estaba dentro de los parámetros normales.
Fue éste buen señor quien, después de revisarme, me dio la buena noticia de que debo operarme las hemorroides pero que, previo a ello, debo realizarme una videocolonoscopía para determinar si no hay algún otro problema mayor en el interior sagrado de mi intestino.

Salí del consultorio caminando como un alumno de secundaria al que acaban de darle 24 amonestaciones. Cabizbajo, mansamente resignado, con la sensación del vencido en la boca del estómago. Esa sensación que te dice que ya no hay vuelta atrás. Que después de hacerme el boludo durante años llegó el momento de enfrentar la realidad. Esa parte de la realidad que te hace sentir minúsculo, profundamente pelotudo e infeliz porque te van a revisar el culo. Si al menos fuera Mónica Belucci quien me lo hace en medio de un desenfreno sexual vaya y pase. Pero no. La realidad iba a ser muy distinta.

Traté de no pensar mucho y saqué el turno para la videocolonoscopía. La amable señorita que me dio las indicaciones previas me explicó, entre otras cosas, que el día anterior al examen, debía tomarme dos frascos de un líquido cuyo nombre ya olvidé y permanecer en ayuno total.
Idiota de mí, pensé que la parte jodida del asunto iba a ser mantener el ayuno total. ¿Cómo mierda hago para irme a dormir sin cenar y sin tomarme el litro de tinto que me relaja mientras miro perder a Boquita?
Jamás pensé que la parte desagradable estaba en tomarse los dos frasquitos del líquido cuyo nombre, vaya a saberse por qué motivo psicológico, no recuerdo y prefiero no recordar en lo que resta de mi reputa vida.
Fue el líquido más amargo y repugnante que tragué desde que nací. Fue como una ola de mar entrando por mi garganta dándome náuseas y escalofríos. Fue una tortura prolongada porque las náuseas las sentí al tomar el primer trago y el puto frasco contenía casi un cuarto de litro. ¡Y cuatro horas después debía tomarme otro!

¡No Dios mío! ¿Viste que no existís?

Tragar el contenido de esos frascos no solo fue la peor experiencia de mi vida sino que su efecto, como deben suponer, era limpiar mis intestinos a fondo para que el doctorcito pudiera mirar mis interiores sin obstáculos visuales. Y cuando digo limpiar a fondo estoy diciendo A FONDO carajo!

Pasé una noche divina. Nunca pensé que mi cuerpo pudiera contener tanto líquido. Es evidente que estamos hechos de agua en un 80%. Si no no me explico de dónde salió tanta. ¡Y de qué manera!

Recordé a Mariano Moreno y lo dicho respecto a su muerte en el mar: "Se necesitaba tanta agua para apagar tanto fuego". Bueno, yo apagué el incendio de Roma y el de las Torres Gemelas juntos. Y todo en una noche. Agarrado con las uñas de las juntas de los azulejos del baño. Sin pronunciar palabra alguna. No porque no quisiera putear. Simplemente no podía ni respirar.

Finalmente, a la mañana siguiente, me realicé el examen. Pálido y vencido me dejé llevar por la enfermera que con cariño me preguntó ¿Pudo evacuar señor?
La miré con ojos llorosos. Ella sonrió, me acarició la mejilla como a un bebé y me dormí bajo el efecto de la anestesia. Soñé con Mónica Belucci.

¿Quieren saber los resultados del examen?
No importan los resultados. Lo importante es competir.
Bye.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Tres días al pedo


Hubo un día en que me recalenté con Feinmann cuando afirmó que "Cualquier Pelotudo Tiene un Blog". En aquel momento hice catarsis con un texto de mierda que habrán leído tres o cuatro personas y que quedará en el olvido universal sin la menor trascendencia.

Debido a un reposo forzado por un examen médico dediqué mis últimas horas a recorrer Blogs conocidos y desconocidos. Comprobé entonces que Feinmann pronunció su sentencia al revés. No es que "cualquier pelotudo tiene un blog" sino que el contenido de la mayoría de los blogs constituyen una tremenda pelotudez.

No es un gran descubrimiento el mío. Es de esperar (estadísticamente hablando) que si cientos de millones de personas se ponen a escribir lo primero que se les pasa por la cabeza el resultado sea una inmensa colección de pavadas condenadas al olvido o a no ser leídas nunca por nadie (salvo por su propio autor).

Es decir: No somos pelotudos que escriben sino que escribimos pelotudeces.

No puede ser, pensé. Tiene que haber algo bueno en medio de tanta pelotudez. Aplicando nuevamente el criterio estadístico me dije: existe una pequeña probabilidad de que, si me pongo a navegar tres horas seguidas, encuentre algún texto o idea que me atrape o entusiasme.

Entonces puse manos a la obra. Hice mil quinientos clicks en enlaces recomendados. Busqué al azar. Busqué por temas. Busqué y recontrabusqué. Quedé bizco leyendo textos negros sobre fondos rojos, amarillos sobre blancos, verdes sobre azules. Vi cientos de fotos de gatos, perros y bebés. Leí poemas, cartas de amor, cartas de odio. Encontré salames sublimes que creían haber descubierto una nueva posición para el coito y pedantes con pretenciones intelectuales que citaban a Barthes o Kierkegaard. Me crucé con nazis, comunistas, príncipes, drogones, políticos, putos, monjas y hasta con un hincha de Villa Dálmine.

Después de tres horas tenía el culo dormido y las manos moradas. Pero no tuve suerte. Todo me pareció una cagada. No encontré nada que valiera la pena.

Mierda, dije. Tanta letra y tanta intención para nada. ¿Por qué no nos matamos todos de una vez y listo? La vez que tenemos una herramienta de alcance universal para comunicarnos la usamos para expresar pelotudeces infinitas, copiar y pegar noticias de medios decadentes vendidos al mejor postor o expresar ideas mínimas con faltas de ortografía gigantes.

Me levanté de la silla. Caminé unos minutos para que se me desacalambrara el culo mientras pensaba que era al pedo seguir boludeando entre tantos blogs. Nada interesante iba a encontrar. Era como buscar vida en el resto de la Vía Láctea.

Pero, por otro lado, me dije: La vida misma es una boludez intrascendente hasta que el azar te cruza con el azar de otro y, a partir de ahí, todo se vuelve interesante. Al menos por un rato. Por lo tanto, seguiré blogeando y boludeando. Tengo para tres días de reposo según autorizó la médica de la ART. Nunca tuve tantos días seguidos al pedo.

Ya mismo me siento frente a la compu y paso a buscar "The Next Big Thing" en algún blog que me revele algo, que me diga por qué carajos el mundo es como es, que me explique por qué hay injusticias y maltratos si Dios es bueno, que me dé respuestas a preguntas simples y complicadas y, por sobre todas las cosas, que me explique por qué Mónica Belucci no sabe de mi existencia.

---------------------------------------
Es caprichoso el azar.
No te busqué
ni me viniste a buscar.
Tú estabas donde
no tenías que estar;
y yo pasé,
pasé sin querer pasar.
---------------------------------------

Dentro de tres días les cuento.

PD: Escuchen a Harry Manx. Es un capo.

lunes, 1 de marzo de 2010

Bip Bip Bip Bip ...


Mañana puede ser un gran día.

lunes, 22 de febrero de 2010

Meditación Trascendental


Mi Blog es pésimo. Ya lo sé. Pero hace unos diez minutos se me ocurrió autovisitarme y descubrí, con gran amargura, cuán pésima era mi última entrada. Hay que releer, me dije. Hay que releer.

Entonces, la suprimí.
Sí. A mi última entrada la tiré a la mierda.
Después de todo ¿A quién carajos le importa?

Pensándolo un poco más: ¿Acaso las otras entradas eran merecedoras de alguna lectura? ¿No será hora de borrar todo y dedicar estos minutos a cosas mejores? Qué se yo... Regar las hortensias del jardín... por ejemplo.

Un saludo chicos.

PD: Patricia Barber es genial.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Ajo y Agua (revisited)


A fines de 2007 escribí lo que reproduzco a continuación. Hice un copypaste y listo. Nada ha cambiado. Al contrario. La cosa ha empeorado porque a lo relatado debo sumarle los cortes de luz provocados por la empresa de energía más ineficiente del planeta (EPE, Santa Fe). Cobran la energía más cara de Argentina y nos hacen vivir un verano digno de Uganda.
Aquí va el copypaste del 2007:

El 28 de diciembre es el último día del año para hacer trámites bancarios y similares. Prevenido como soy, hice todos los trámites lo antes posible para no tener que sufrir los aprietes típicos de la hora de cierre. Pero me quedó uno traspapelado. Boludo, como siempre, tengo que salir a atravesar el microcentro rosarino en pleno mediodía de diciembre. Me recago en mí carajo.

Para sumar incomodidades hay paro de Municipales. Luego, no hay inspectores que multen, ni guardia urbana, ni zorros grises. Ningún control. Entonces, la mayoría de los animalitos rosarinos se comportan como si estuviesen en la selva. Me cago en tus derechos, parece ser la consigna. Millones de vendedores callejeros cubren todas las veredas y peatonales ofreciendo unos recortes de cuero que lucen peor que la pija de un cerdo disecada. Ellos los llaman "artesanías". Se sientan en la vereda con sus patas mugrientas y sus ojos rojos de vino y porro y te miran pensando cuán pelotudo sos que tenés que caminar con papeles bajo el brazo a pleno sol, puteando porque no se puede avanzar.

Y no se puede avanzar porque millones de viejas sudorosas siguen comprando pelotudeces a cuatro manos. Caminan rodeadas de bolsas que les cuelgan de las manos transpiradas. Bolsas con todas esas marcas de shopping y promociones que me tienen las pelotas más infladas que un Zeppelin.

A la altura de Mitre (yo camino por Córdoba) la vieja puta que viene detrás de mí pela el celular y se pone a hablar. Grita de una manera que vuelve innecesario al celular. Su interlocutor la debe escuchar igual aunque esté a veinte cuadras. Grita y me salpica la oreja con su saliva ácida, vieja de mierda y la reputa que te parió conchuda, qué mierda comiste que te sale ese aliento me recontra cago en vos. Parece una nube de ajo la concha de tu hermana.
Trato de acelerar y despegarme pero es imposible. Hay tanta gente y putos artesanos que apenas se avanza. Si abro un surco hacia la izquierda la vieja aprovecha y sigue detrás de mí. Viene chupada a mi culo como un Fórmula Uno.

Para colmo, aparte de los artesanos, también coparon las baldosas los vendedores de mersadas como vinilos pintados con aerosol con la cara del Che, de Bob Marley, de Maradona, de Sabina. Cualquier mierda venden. Ropa deportiva trucha, gorritos con el logo de Nike, de Adidas... de ¡Armani! Venden camisetas de Ñuls, de Central, de Boca y de River. Hasta ahí lo acepto. Pero también ofrecen camisetas de los Giants de New York y de los Red Sox! Qué puto rosarino se puede comprar una camiseta trucha de los Red Sox me cago en la Arquidiócesis!

Cuando cruzo Corrientes la peatonal se ensancha. Entonces, con más espacio, hago un amague hacia la izquierda y salgo violentamente hacia la derecha. Ni Messi lo puede hacer. La vieja del celular se come el amague y queda varada contra un kiosco de libros. Porque los rosarinos se la dan de cultos y tienen una editorial propia de libros rosarinos que no deben leer ni las hermanas de los autores. Pero el kiosco me sirvió para despegarme de la vieja del celular con aliento a ajo y caminar un poco más tranquilo los siguientes ochenta metros.

Al llegar a Paraguay me frena el semáforo para peatones. Cruzar esa esquina es más difícil que robarle los huevos a un águila. Entonces ocurre lo imaginado: la vieja me alcanza y sigue hablando a los gritos. Se está despidiendo. Hace dos cuadras que se está despidiendo la conchuda olorosa de mierda! Hay mujeres que tardan más en despedirse que en acabar. ¡Qué complicadas que son la reputa madre!

Me quedan dos opciones: o me suicido bajo el torrente de autos que circulan por Paraguay o me doy vuelta y le cago una trompada en los dientes a la vieja olorosa. Como siempre, no me animo a hacer ninguna de las dos cosas. Lo único que obtengo, en consecuencia, es un aumento de presión arterial y un chorro de acidez estomacal por sentirme más pelotudo, más mínimo y más basura que nunca.

Cuando el semáforo nos deja pasar la vieja se va para otro lado. Ya no habla detrás de mí. A esta altura me importa un carajo.
------------------------------------------------

domingo, 6 de diciembre de 2009

La Nutria


Leyendo el Blog de Laura me vino este recuerdo:

Era yo un pendejo en edad previa a la paja continua cuando trataba de llenar el álbum de figuritas top de ese momento (creo que se llamaba King Kong... no recuerdo bien).

Había varias figuritas difíciles. Una era la Bandera de Mali, la otra era La Fragata Sarmiento y de la tercera no me acuerdo (creo que era la bandera de Afganistán). Pero esa puta colección era casi infinita y también tenía varias figuritas semidifíciles. Por ejemplo: La Nutria.

Debido a una circunstancia fortuita, durante un sábado a la tarde, contaba yo con cinco pesos en mi haber. Cinco pesos eran suficientes como para comprar una caja entera de figuritas. ¡No tres putos sobres de figuritas! ¡Una caja entera mierda! ¿Se dan cuenta o necesitan un Power Point para entender mejor?

Así fue que me compré una caja entera de figuritas ante la mirada envidiosa de mis amigos y enemigos de la infancia. Fui abriendo con placer baboseante cada uno de los sobres de figuritas de la puta caja y sólo conseguí la Fragata Sarmiento y la Bandera de Mali. La tercera difícil no apareció. ¡Me cago en la recontra puta madre del que armó la caja de figuritas!

Igualmente, para compensar algo de felicidad, pude hacerme de varias de las figuritas semidifíciles que me faltaban para completar el álbum. Entre ellas, La Nutria.

En aquella época existían códigos que marcaban que si uno poseía varias figuritas repetidas debía lanzarlas al aire y que cada uno de los presentes agarrara las que pudiera lanzándose sobre el montón, cagándose a piñas, patadas, arañazos o lo que fuera.

Fue así que me quedé con un montón de figuritas semidifíciles en una mano y otro montón de figuritas repetidas en la otra mano. Me paré frente al grupo de envidiosos y anuncié el lanzamiento de las repetidas.

- ¡Arrebatiña! - grité como un tarado lanzando más de cincuenta figuritas por el aire.

En menos de un segundo, cual cardumen de pirañas hambrientas, mis amigos y enemigos se apoderaron de las figuritas que lancé para guardarlas en sus bolsillos.

Satisfecho y ancho miré mis manos. Una estaba vacía y la otra apretaba la pila de figuritas que no había lanzado. Al mirar la primera figurita de la pila que mi mano sostenía me dí cuenta de que, al lanzarlas al aire, me había equivocado de mano.

¡Sí! El Gran Boludo que soy yo había regalado las semidifíciles que me faltaban para el álbum y se había quedado con las repetidas en la mano equivocada.

¿Pueden creerlo? ¿Alguna vez vieron un boludo igual a mí?

Menos mal que a la Fragata Sarmiento y la Bandera de Mali las había guardado en el bolsillo antes de hacer semejante boludez. Si no, me suicidaba cortándome las venas con una Gillette Dorada. Pero regalé La Nutria y otras cuarenta figuritas que casi nadie tenía.

A partir de ese momento, desde esa puta tarde de sábado, me sentí infinitamente pelotudo hasta el día de hoy.

Ahora que me doy cuenta, nunca le conté ésto a mi psicóloga. (Por lo que le va a importar... flaca de mierda... de lo único que se acuerda es de cobrarme y de interrumpirme en el minuto cincuenta)

No me contradigan. Soy un boludo a pedal desde la época de las figuritas. No tengo solución.

Chau... gracias por haber llamado.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Morgana


Nuestra relación comenzó su final a mediados del 2000. Fue intensa, dura y bestial. Siempre sometida a la sobrecarga que agrega la ilegalidad de los encuentros ilegales.

La hecatombe económica de esos días, la distancia física que nos separaba y la permanencia de vínculos legales aún vigentes pusieron en evidencia la imposibilidad de lo imposible. "Vete Chico", fueron las últimas palabras que me dijo cara a cara. Y un patético "cuidate".
Así fue que me sumergí en un cotidiano y metódico ejercicio del olvido. Ejercicio duro y prolongado que me dejó callos en el alma y necrosis en un ventrículo. Con la disciplina de un monje tibetano fui borrando imágenes, recuerdos, olores, palabras. Lentamente, todo se fue diluyendo. De aquel infierno que pintaba eterno sólo quedó una meseta de cenizas tibias.

Hace unos días, bajo el mandato de un impulso insólito, disqué su número de teléfono. Atendió ella. La misma voz acampanada con doble registro. La introducción duró poco. Tras las breves palabras obvias fue derecho al grano y lanzó sus cuchillos afilados: ¿Estás acá o allá? ¿De qué vivís? ¿Seguís casado?

Los mismos dardos certeros de siempre. Los mismos deseos. Los mismos intereses.

- Y vos, ¿cómo andás? - le pregunté, después de responder con monosílabos herméticos a su inquisitoria interesada.

- En este momento no estoy muy bien - respondió.

En el mismo instante en que comencé a pronunciar la primera sílaba de mi siguiente pregunta cerró diciendo:

- Igualmente te agradezco que hayas llamado. Chau... -

- Chau -

Colgamos casi al mismo tiempo. Sentimos, creo, la misma desilusión.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Tirando dados

Estoy en uno de esos momentos de mi vida en los que sé que se avecinan problemas grosos. Ya me ha pasado. Ya lo viví.
Nunca pude torcer el destino según mi deseo. Las cosas parecen moverse solas y me van acomodando como se les canta. O siguiendo el deseo de otros.

Mi determinación por alcanzar un destino siempre quedó tapada por determinaciones ajenas o por circunstancias aleatorias.
Leo o escucho a personas que esgrimen un discurso tan sólido y seguro que me siento como un marciano. Me pregunto si realmente creen en lo que dicen o se autosugestionan para no suicidarse. En fin, cada uno tiene su estratagema para pasar los días.

Cualquiera que lea ésto pensará que soy un pelotudo infinito.
Pues no se equivoca.

sábado, 29 de agosto de 2009

Harto de triunfar


"No me quieras porque gané, necesito que me quieras para ganar", expresó Bielsa durante una conferencia que dio en el foro empresarial Percade 2009, realizado en Santiago de Chile.



Así habló el técnico de fútbol dirigiéndose a una audiencia compuesta por empresarios, políticos y estudiantes. Todos aspirantes a líderes, por supuesto.
"Para Bielsa es fundamental sentirse querido para tener éxito", continúa el comentario de la nota publicada en el diario "La Capital" de Rosario durante esta semana.

Si bien el técnico se refería a "sentirse querido" por su grupo de dirigidos, al leerlo, se tiende automáticamente a extrapolar la cuestión a la vida y circunstancias reales de cada uno de nosotros. Sí, nosotros, los boludos que no damos conferencias. Los boludos que no ganamos millones. Los boludos cuyo máximo contacto con otras personas lo tenemos en el bondi, a las ocho de la mañana, soportando alientos fétidos y cuerpos olorosos rumbo a laburos lastimosos, tristes, grises, intrascendentes.

Las palabras de Bielsa parecen no poder extenderse al ámbito de los boludos que, de pedo, tenemos un blog pedorro y mediocre.

En realidad, de ser exitoso, la cosa sería así:
Yo no tengo éxito porque me quieres, nena. Me quieres porque soy exitoso. Esa es la verdad.

Apenas me sople un viento en contra y percibas que ya no soy el más saludado al entrar a la parrilla de moda, apenas veas que ya no estaciono en un Volvo frente a los maridos de tus amigas sino que lo hago en un VW Gol que salvé de pedo del embargo porque está a nombre de mi mamá, apenas se te haga carne la realidad de que terminaré jubilado por ochocientos pesos, atendido en el PAMI, durmiendo en el viejo departamento de un dormitorio sucio y despintado que mi vieja me dejó al morir... apenas te percates de todo eso dejarás de amarme, de hacerme mimos y de despertarme, cada tanto, con una buena chupada mañanera.

No. No tengo éxito porque me quieres. Me quieres porque soy exitoso.

Jack Nicholson se relajaba fumando en su cama junto a una belleza femenina después de un buen polvo hollywoodense. Ella, romántica, le susurró: ¿Sabes?, si no fueras quien sos yo te querría igual.
- Bullshit! - respondió Jack - Yo trabajé y me deslomé persiguiendo el éxito en Hollywood para poder cogerme a una bestia como vos... ¿y ahora me querés hacer creer que daba lo mismo? ... no jodas nena, estás aquí porque soy Jack Nicholson, el de los Oscars, el famoso. Si yo no fuera quien soy vos estarías en otra cama.

Lo relatado vale para el 96% de las mujeres. El 4% restante son monjas o lesbianas.

No voy a ganar nada escribiendo estas boludeces. Me importa un sorongo. Tampoco tengo nada que perder.

Bye.

martes, 28 de julio de 2009

Tinta China


Una de mis frases favoritas es "Vive y deja vivir". Me entusiasma la idea de que cada quien haga lo que se le canta mientras no joda a otro y que ese otro no impida a cualquiera hacer lo que se le canta mientras no lo jodan.

Lamentablemente el mundo no es así. El mundo está lleno de intolerantes y rompepelotas que van desde aquellos empeñados en desatar una guerra bacteriológica a nivel mundial como aquellos otros que, adrede, te interrumpen una siesta dominguera. No sé cuál de las dos acciones es peor pero las dos encajan en lo que quiero decir.

[Yo, por ejemplo, no entiendo como hay gente que pueda ser hincha de River. Pero, ateniéndome a mis principios, trato de comprender y no joder].

Pero dejemos algo tan rastrero e intelectualmente despreciado como el fútbol por el ejemplo que quiero destacar: Habrán observado que, por razones de abundancia o escasez de talento, hay gente que vive de lo que quiere y gente que vive de lo que puede.
Dentro de los últimos existe un grupo especial compuesto por seres que sobreviven practicando actividades cercanas a la magia berreta o al pensamiento mágico irracional (para utilizar un término muy Mario Bunge).
Están, por ejemplo, las decoradoras de interiores que dicen basar sus diseños en el milenario Feng Shui pero fundamentan sus ideas según lo que le leyeron en la revista La Nación de los domingos. Están, también, aquellas videntes que se ofrecen para encontrar objetos y cadáveres desaparecidos que jamás aparecen donde ellas lo indicaron pero, a pesar de ello, son invitadas a programas de TV para explicar el poder "psíquico" de un par de alambres que, sostenidos con sus pulgares, las orientan hacia donde se encuentra el objeto buscado. También están las gitanas que te leen las manos mientras te afanan la billetera pero creo que esas van en otro grupo.

A un nivel mucho más masivo y mediático tenemos a aquellos que escriben libros de predicciones como Horangel o Ludovica Squirru, se llenan de guita con la venta y entretienen a buena parte de lectores playeros durante enero.

En un capa más berreta podemos ubicar a las brujas que te sacan el mal de ojo por cien pesos y a las viejas que te curan el empacho por teléfono y encima lo hacen gratis.

Hay de todo y está todo bien. Que cada quien crea y haga lo que quiera. "Vive y deja vivir". Si te hace bien ¿para qué joder?. Y si, además, esas personas pueden ganarse la vida practicando esas pseudociencias, mejor. Así, cada uno de ellos contribuye a aumentar el valor promedio de ilusión y felicidad general, todos sonreímos contentos ante el futuro brillante que nos espera en el 2010 y soltamos al fin esos pedos atravesados que nos tenían empachados.

Pero hay algo que me molesta. Y no crean que es esta gente y su modo de vida. "Vive y deja vivir", vengo sosteniendo desde el principio y ya estoy rompiendo las bolas con ésto.

Lo que realmente me pone loco es cuando alguna de estas aficionadas fanáticas a cualquiera de esas actividades me quiere dar una explicación "científica" del asunto y empiezan a tirar sus "fundamentos científicos" al aire para convencerme de la legitimidad de sus acciones. Fundamentos científicos tan delirantes que si Newton o Einstein los escucharan se cortarían los huevos con una tiza.

Ocurre que, por esas desgracias de la vida, como ya lo dije en otro momento, soy ingeniero electrónico. Profesión que sólo practiqué durante tres meses para darme cuenta que había perdido 9 años en la facultad rompiéndome el orto al divino pedo estudiando ciencias duras para terminar trabajando como operario jerarquizado y ganando menos, mucho menos, que la secretaria del contador de la empresa. Entonces abandoné todo y me dediqué a otra cosa. Pero de mis neuronas no se borraron los fundamentos básicos de física y electricidad. No me olvidé del álgebra y el análisis matemático. Tampoco perdí la noción de lo que es una medición y su margen de error ni de la diferencia entre error metodológico y error de apreciación.

Me he olvidado de un montón de cosas en la vida pero no de las que me permiten darme cuenta que la pelotuda que tengo enfrente (que contrató la gerencia para hacer más armonioso y habitable mi lugar de trabajo) está diciendo las barbaridades más terribles con tal de convencerme para que ponga un jarro con agua a la izquierda de la impresora Epson C67 que tengo sobre el escritorio. Según ella, de esa manera, la energía contenida en la tinta de los cartuchos no se propaga hacia el éter. De no poner la jarra con agua la tinta emanará (según ella) su energía maldita y afectará mi ánimo con sus efluvios energéticos negativos.

- ¿Cuáles efluvios energéticos? - le pregunto.
- Los que vienen de la energía propia que emana de la tinta - responde con la seguridad de un Nobel de Física.
- Pero, suponiendo que hubiese una energía propia que emana de la tinta ¿con qué la detectás? ¿puedo hacerlo yo? ¿puedo medirla? ¿con qué la mido? ¿qué magnitud tiene? ¿la mido en watts? ¿es infinita? ¿qué pasa cuando se emana toda la energía de la tinta? ¿como queda la tinta cuando pierde toda su energía? -
- La energía de las cosas no se agota - sigue respondiendo la muy tarada.
- ¿Ah sí? - le digo - Entonces ¿por qué no aprovechamos la energía infinita de la tinta de ese cartucho para alimentar al planeta entero y, de paso, darle calefacción a los esquimales y aire acondicionado a los beduinos?-

Hago una pausa para tomar aire y, antes de darle tiempo para otra respuesta delirante, continúo:

- Decime ¿Tiene la misma energía la tinta cyan que la magenta? ¿Y con la impresora láser cómo mierda hago? ¿Y al lado de la vieja Epson de cinta que uso para imprimir facturas qué pongo? ¿un jarro con leche? -

Finalmente, le tiro las últimas y mortales:

- ¿Me podés explicar por qué el agua impediría la fuga de esa energía que se esfuerza en emanar? ¿Y por qué la jarra debe estar a la izquierda y no a la derecha?-

- Porque los cartuchos escriben de derecha a izquierda - me contesta la muy conchuda como diciendo ¿Cómo no te das cuenta?
Noten, además, que me responde retomando solo la última parte de todo lo que le pregunté e ignorando lo anterior. Es hábil. Se tendría que dedicar a la política esta mina.

- No! - le digo, ya un poco caliente. - En la Epson los cartuchos escriben tanto cuando van para la derecha como cuando van para la izquierda! Así que estás hablando al pedo!-

Embalado, como buen pelotudo que soy, agrego:

- ¿Y con la Hewlett Packard que tengo en la mesita qué hago? Porque ahí no tengo lugar a la izquierda y, además, los cartuchos de la HP ya vienen con el cabezal incluído así que imagino que voy a necesitar un tanque y medio de agua para impedir que la energía se escape. Voy a tener que ir a imprimir a la pileta del club para evitar emanaciones energéticas negativas. ¿Qué hago? - le pregunto haciéndome el desesperado para ver si se da cuenta de mi tono irónico.

- No - responde muy displicente. - No hace falta. Solamante tenés que mover la mesita un cacho más para acá y listo.

- ¿Por qué? - le pregunto casi llorando.

- Porque por esa pared pasan los caños de desagüe del edificio y ese torrente de agua es suficiente para compensar la energía de la tinta de los cartuchos con cabezal incluído ¿me entendés?- y se queda mirándome como vaca mirando un tren.

Su caradurez me deja al borde del colapso mental. Siempre terminan sus sentencias con el latiguillo "¿me entendés?" poniendo voz de ganso, entrecerrando los ojos y negando con la cabeza.

Lo que realmente no entiendo es como todavía no maté a uno de estos especímenes cuando tratan de darme esas explicaciones. Sobre todo cuando dicen "¿me entendés?"

Sí, entiendo. En realidad entiendo y me calmo porque me dan lástima y me hacen sentir vergüenza ajena. Tanta vergüenza que no me animo a seguir aguijoneándola. Tanta vergüenza que agarro la mesita de la Hewllet Packard y la corro "un cacho más" hacia la pared. "Un cacho más". Precisión matemática. Fundamentación exquisita.

- ¿Acá está bien? - le pregunto.

- Perfecto - me contesta.

martes, 19 de mayo de 2009

Keith Richards


El día que mataron a Lennon yo estaba estudiando para rendir una materia que se llamaba Mecánica. Una verga insoportable. La facu en la época milica era un suplicio continuo y permanente. Existía algo que se llamaba "Mesa Castigo". ¿Pueden creerlo? ¿Pueden creer el nombre oficial que le daban al hecho de no poder presentarse en dos mesas consecutivas si rendías mal en la primera?

Bien, ahí estaba yo entre ángulos de Euler y coordenadas espaciales quemándome la pestañas frente a los apuntes. De golpe, sin aviso, me vino el llanto. Un mar de lágrimas y mocos inundó mi madrugada de estudio cuando la noticia alcanzó mi límite consciente: "Mataron a Lennon". El mundo no podía ser más puto. Encima, faltaban cuatro horas para ir a rendir esa mierda de materia.
-----------------------------pausa----------------------------

Hace un rato, mientras saboreaba un cabernet con pollo al ajo, me pregunté ¿Cómo reaccionaré si me entero de la muerte de Keith Richards?

No es algo poco probable. Richards camina por el borde desde hace 30 años. Sé que me tocará de cerca. Tendré que soportar la andanada de comentarios ignorantes de comentaristas de radio y TV que no entienden un pomo de nada. Tendré que soportar infinidad de pelotudeces para terminar llorando en soledad. O riéndome. No sé. Después de todo, Richards es una invitación a la irreverencia, a la falta de respeto, a cagarse en el mundo... y, al mismo tiempo, una propuesta de vida, un boleto de entrada a la víscera del sentir, un dedo indicando: "Pibe, tu vida es tu vida. Andá por donde quieras".

Fuck You. Váyanse a la mierda ¿Quieren?

martes, 28 de abril de 2009

La Frase



Una conciencia tranquila es un asco de conciencia.




Acabo de leerla en un cuento de Richard Ford llamado "Kids".
Me conmovió y no me pude concentrar en el resto del cuento. Otro día lo continuaré.
¿A alguien se le ocurre un fucking comentario?
Supongo que no.
Bueno. Ya está. Me voy a dormir. Mañana tengo que laburar.

jueves, 16 de abril de 2009

Pescado Rabioso


A principios de 1973 yo era un pendejo recién egresado de una secundaria de pueblo chico que caía a la ciudad de Rosario con el pomposo objetivo de "empezar la facultad". Hijo y nieto de profesionales relativamente exitosos en la época de la Argentina inocente (décadas del 50 y 60) no tenía otra opción: o alcanzaba un título universitario o moría desterrado. No había otra para mí.

Recuerdo que podría haber elegido Medicina o Derecho, lo que hacían casi todos. También podría haber optado entre Psicología o Arquitectura si es que quería levantar minas. Pero no. El muy pelotudo de mí se metió en Ingeniería Electrónica: "La Carrera del Futuro". Tomá mierda, que te parió. ¿Qué pensabas? ¿Que soy boludo? No señor! Seré Ingeniero Electrónico y me besarás los pies dentro de unos años cuando el futuro aterrice por aquí.

Las clases empezaron en los mismos días en que el Tío Cámpora asumía la presidencia. No hace falta describir el ambiente universitario de esos días. Cualquiera que tenga dos neuronas unidas lo puede imaginar. Como dato curioso agrego que el Centro de Estudiantes de Ingeniería estaba dirigido por la Federacion Juvenil Comunista! Sí, la FJC. Qué pedazo de antigüedad carajo! Suena casi como un tango de D'arienzo. Puta madre. El presidente del Centro de Estudiantes era un barbudo con anteojos de marco negro gruesos que vestía pulóveres negros sobre camiseta de frisa blanca. Portaba un olor a chivo francés que perforaba las pituitarias. Todo un arquetipo de la época.

Pasaron los primeros días de clase: Ciento treinta alumnos por aula, todos fumando cigarrillos negros, un solo profe hablando para los quince nabos de la primera a fila y un caos total en el resto del salón componían el paisaje.
Cada quince minutos entraba un barbudo para invitarnos a levantarnos de la clase y marchar contra no sé que mierda y que Perón y que Evita y que la Cuba de Castro y que el Imperialismo y que los esperamos a todos en nuestro local partidiaro y así continuaba la cosa hasta las seis de la tarde en que volvía a mi pensión preguntando en cada kiosco si ya había llegado la revista Pelo.

Recuerdo que en un mismo mes de 1973 descubrí "El Lado Oscuro de la Luna" de Pink Floyd,"Houses of the Hollys" de Led Zeppelin, "Islands" de King Crimson y, un poco más tarde, "Close to the Edge" de Yes. Los compré a todos. Los compré uno detrás de otro en la disquería ROM de Mitre casi Córdoba. El mundo parecía explotar de creatividad y a mí no me alcanzaban los sentidos para abarcarlo. Y no me alcanzaba la mensualidad de mis viejos para pagar discos y comer. Es decir que no comía. Pesaba 59 kilos y los pantalones se me caían. Leía a Lobsang Rampa y me autosujestionaba convenciéndome de que no tenía hambre. Cuando volvía a la casa de mis viejos, los fines de semana, me tragaba media heladera sin abrirla.

Durante uno de los primeros días de junio (más o menos) de ese 1973 me enteré de la proximidad de un parcial de la materia "Dibujo Técnico I". La fecha caía viernes y la hora 20:30.
Bueno, me dije. Me tendré que quedar un viernes a la noche rindiendo un parcial en vez de volver a bailar a mi pueblo como lo hacía siempre. Es el costo de pretender ser un profesional exitoso (en ese entonces no pensaba así... en realidad pensaba en la pendeja que me esperaba con sus tetas jóvenes y duras a la que clavaba dos veces por viernes sin importarme si ella gozaba o no... yo no sabía que las mujeres gozaban entonces).

La puta casualidad quiso que al salir de la facultad viera, desde las ventanillas del 218, un poster pegado en una pared anunciando un recital de Pescado Rabioso. Me bajé del bondi, retrocedí dos cuadras y lo volví a leer. ¡Si! ¡Pescado Rabioso en Rosario carajo! ¡En el Teatro Real de Salta y Oroño carajo! ¡A la misma hora del mismo viernes del parcial de "Dibujo Técnico I" carajo!

¡Carajo y recontramil carajos y la reputa madre que lo parió! ¡Qué mala leche! Creo que mis neuronas tardaron tres milisegundos en tomar la decisión: Fui a ver a Pescado Rabioso y falté al parcial. Ese momento constituye un punto determinante. Un agujero negro en la vida de este pelotudo. Una breve síntesis de mi destino errante y miserable se puede intuir a partir de la observación de ese hecho.

La sala del Teatro Real estaba hasta el culo. Me temblaban las piernas. No podía creer el hecho de estar viendo a Spinetta tocando la viola densa y arrastrada de Pescado. Lebón vestido con túnica, el Black Amaya escondido tras los bombos y el pelado Cutaia dando un toque intelectual al asunto. Nadie bailaba. Cada uno en su butaca se limitaba a marcar el ritmo con los pies.

A la salida del teatro la cana marcaba a algunos pibes y se los llevaban por las dudas. A mí me ignoraban. Será por mi cara de pelotudo pensaba... no sé.

Lo que sí sé es que todavía, de vez en cuando, pongo un CD de Pescado: Nena Boba, Post Crucifixión, Me Gusta Ese Tajo, Blues de Cris. Lo escucho los domingos a la mañana mientras me tomo un vino despacio. Mis hijas me miran con lástima o adoración. No lo sé.

Hay demasiadas cosas que no sé. Por ejemplo no sé para qué mierda estudié Ingeniería Electrónica. Todavía me duelen esos exámenes maratónicos de Teoría Electromagnética y las Ecuaciones de Maxwell y los Sistemas de Ecuaciones Diferenciales en Derivadas Parciales y la reputísima concha que lo parió... qué pelotudo he sido.

Eso sí. He sido coherente toda mi vida. Sigo siendo un pelotudo.