lunes, 25 de febrero de 2008

CUBA LIBRE Y CARDOZO

Una costumbre argentina cada vez más frecuente es la de viajar a Cuba para rascarse los huevos en hoteles y playas y después, al llegar de vuelta, asumir la obligación de comentar a vecinos y amistades "cómo es realmente la realidad real en Cuba".

Se suele dar, entonces, una situación típica y conocida: en el transcurso de la ritualísima y sagrada conversación que se desarrolla durante una cena criolla siempre aparece algún allegado que, con cara de iluminado, te dice: "Mirá, te cuento cómo es porque yo allá me hice amigo de un guía de turismo cubano que por dos dólares me llevó a pasear por toda la isla y el tipo me la cantó justa y... blah, blah, blah..." y ya escuché tantas veces lo mismo que me empiezo a aburrir hasta que se me arruga el ombligo y se me arruina la cena porque yo quería comentar lo increíble que es Palermo errando goles cantados y embocando los imposibles pero no, la reputa que lo parió, sigue hablando de Cuba y la conchísima virgen que lo parió a Fidel, a Huber Matos, a Cienfuegos y al Che.

----- Disgresión al paso: Mi madrina vive en el mismo edificio rosarino de la esquina de Entre Ríos y Urquiza donde dicen que nació el Che. De joven pasé varios días entre esas paredes pero nunca me dijeron que iba a ser un lugar histórico. En realidad creo que el Che nació en Alta Gracia y vino a Rosario a pasar los tres primeros meses de vida y después se fue a la mierda y nunca más volvió. Pero los rosarinos, como buenos putarracos, dicen que el Che nació en Rosario y que es más rosarino que Olmedo. Están drogados. Hasta una plaza le hicieron.----- Fin de la disgresión.

Lamentablemente, hay una variante más pesada e insoportable de los comentarios sobre la "realidad real" en Cuba. Es la que llevan a cabo los fieles seguidores de cierto liberalismo económico y devotos de Ayn Rand. En el último asado (domingo a las 10 de la noche, llueve y relampaguea sobre Rosario) intervino un típico forrito argentino de aquellos que, argumentándose en la falta de derechos civiles en la isla de Fidel, te quieren vender las bondades del liberalismo a ultranza como único sistema posible de progreso social. Me cago en él. Qué ganas de arruinarme el asado. Yo seguía pensando en el gol que erró Palermo y me salió con esa mierda de discurso justo en el momento en que el mozo retiraba la fuente vacía de chinchulines para dejar lugar a la de la tira de asado que se avecinaba jugosa. Momento sublime en cualquier asado. Momento sublime arruinado por ese pajero mental que cree que hay un sistema único para todo, que no puede haber grises y matices. Pajero mental que no entiende que para cada circunstancia y lugar hay una serie de hechos que encajan pero que si los sacás de ese contexto se convierten en disparates. Pajero pelotudo que no entiende mi enojo porque Riquelme le da un pase exquisito a Cardozo y éste le devuelve un misil con forma de ladrillo. Creo que Cardozo es el jugador que más he puteado después de Gracián.

Por suerte, graciadió, no había presente ningún patético comensal de aquellos que, basándose en las desigualdades que provoca el liberalismo, salen defendiendo el método cubano como si fuera la antesala del paraíso. Si había alguno creo que prefirió tragarse sus palabras cuando escuchó brotar de mi boca una puteada feroz dirigida hacia la pantalla de TV donde, en Fútbol de Primera, reproducían la jugada de Cardozo.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Vacuum Tube

De vez en cuando me ataca pero hoy me atacó más fuerte que nunca: Todo me importa un carajo. No tengo ganas de nada. Ni odio siquiera tengo. Toda alusión al entusiasmo me suena hueca, vacía, voluntariosa al pedo. Si el mundo se terminara hoy me daría lo mismo que si fuera eterno. Aunque esta noche juegue Boca. Me da lo mismo.

Hasta ayer estaba harto y amargado por el trabajo que tengo y hoy no me importa. Voy a ir a trabajar con la misma actitud con la que me rasco los huevos mientras miro el canal Retro.
Ni siquiera angustia siento. Si sintiera algo, podría decir que padezco de "angustia existencial". Pero no, no siento un joraca. Me parece que "vacío existencial" sería más preciso. No sé. Me da lo mismo. Me importa un sorete.

sábado, 2 de febrero de 2008

Gerentitas

¿Qué es lo que hace que en ciertas empresas corporativas haya niveles gerenciales ocupados por pendex tan pendejos que parecen salidos de un viaje de egresados? Para colmo, ostentan títulos de nivel terciario tan calamitosos como "Licenciado en Transacciones Sociales y Corporativas". Título que obtuvieron después de cursar dos años y medio en una impresentable "Universidad Abierta de la Loma Interamericana".

Me cago en la mierda: antes había que deslomarse estudiando una carrera de seis ú ocho años, conseguir un laburo, pagar derecho de piso durante un buen tiempo y, después de unos cuantos golpes, podías llegar ocupar una gerencia intermedia a los 35 ó 40 años. Ahora te topás con éstos pelotuditos y pelotuditas de 23 añitos en cualquier cubículo-escritorio de cualquier piso de cualquier corporación.

Durante el 2007 se me presentaron dos oportunidades laborales internas en la misma corporación de mierda donde trabajo. Me presenté en ambas y en ambas llegué a la entrevista final con la que sería mi jefa. La última de las entrevistas fue lamentable: cuando llegué al lugar de la cita encontré a una pendeja que parecía una compañera del colegio de mi hija. Para colmo, no estaba sentada detrás del escritorio en posición de espera sino que estaba parada acomodando boludeces sobre un estante. Pensé que era una encargada de la limpieza ó una secretaria recién iniciada muy aplicada. Pero no. No era ninguna de las dos. Esa pendeja era la gerenta. La gerentita.
No tenía más de 23 años la pelotuda y, de entrada, se notó que la cosa no iba andar. Primero porque se dio cuenta de que la había confundido con alguien de menor rango y, segundo, porque era obvio que la mina esperaba un machito apenas mayor que ella, un pendex peinado con gel y recién salido del gimnasio. Y caí yo. ¿Quién quiere, a los 23 años, tener como subordinado a alguien que le lleva 30 años, semicalvo y medio panzón? Nadie.

De cualquier manera, siguiendo las reglas básicas de la cortesía, desarrollamos la entrevista yendo por los carriles acostumbrados y cumpliendo cada uno con su papel: ella simulando estar interesada en mi pasado laboral y yo simulando estar reinteresado en tenerla a ella como jefa y guía.
En un momento de la conversación, todavía no sé por qué carajo, se me ocurrió mencionar el efecto Tequila. La pendex comenzó a mirarme como si yo estuviera enunciando la Teoría del Campo Unificado de Einstein... Claro!... Yo también soy más pelotudo que De La Rúa: El Tequila ocurrió en 1995 y, para esa época, la actual pendeja era apenas una nena de 11 años! Ni la primera menstruación había tenido la estúpida en esos días.
Los días del Tequila fueron aquellos de 1995 en los que yo lloraba de rodillas ante un gerente de cuenta corriente de un banco para que me diera un día más de plazo para tapar mi descubierto. ¡Sólo un día le pedía la reputísima yegua que lo parió! ... Y no me lo dió. Y así me fundí. Y así tuve que mendigar un laburo de mierda en una corporación de mierda que paga sueldos de mierda y presta un servicio de mierda. Me cago en la mierda.

No sé cómo salí del quilombo de la conversación sobre el Tequila. Supongo que ya habrán adivinado que no obtuve el puesto. Se lo dieron a un pendejo de gel y gimnasio que, seguramente, se estará haciendo una paja soñando con cogerse a la gerentita.
Las corporaciones están llenas de estos pelotuditos que se comunican mediate emails mal redactados plagados de errores de ortografía. Pendejos que no conciben el mundo sin Messenger pero prestan servicios a millones de clientes que se manejan con otros códigos. Códigos de hace sólo doce años. No hace doce siglos. Sólo doce años.
Hace doce años no había celulares, ni internet, ni Messenger. Pero estos conchudos no lo saben. Ignoran la existencia de cualquier acontecimiento que no hayan visto por la tele. No saben de Guerras Frías, ni de Comunismo, ni de Cortina de Hierro, ni de rock and roll, ni de hippies, ni de Lennon y McCartney. No saben de Woodstock, ni del Cordobazo, ni de Firmenich, ni de Videla. No saben de Rucci, ni de la AAA. No saben quién fue Billy Bond, ni saben quiénes fueron Cámpora y López Rega. Tampoco saben quién fue Leloir ni quién fue Favaloro. Ni los goles de Maradona vieron los muy putos. No saben nada. Pero los eligen para ocupar esas gerencias de mierda donde deciden sobre mi destino, mi sueldo y mi futuro.

Qué mundo de mierda carajo.