martes, 28 de abril de 2009

La Frase



Una conciencia tranquila es un asco de conciencia.




Acabo de leerla en un cuento de Richard Ford llamado "Kids".
Me conmovió y no me pude concentrar en el resto del cuento. Otro día lo continuaré.
¿A alguien se le ocurre un fucking comentario?
Supongo que no.
Bueno. Ya está. Me voy a dormir. Mañana tengo que laburar.

jueves, 16 de abril de 2009

Pescado Rabioso


A principios de 1973 yo era un pendejo recién egresado de una secundaria de pueblo chico que caía a la ciudad de Rosario con el pomposo objetivo de "empezar la facultad". Hijo y nieto de profesionales relativamente exitosos en la época de la Argentina inocente (décadas del 50 y 60) no tenía otra opción: o alcanzaba un título universitario o moría desterrado. No había otra para mí.

Recuerdo que podría haber elegido Medicina o Derecho, lo que hacían casi todos. También podría haber optado entre Psicología o Arquitectura si es que quería levantar minas. Pero no. El muy pelotudo de mí se metió en Ingeniería Electrónica: "La Carrera del Futuro". Tomá mierda, que te parió. ¿Qué pensabas? ¿Que soy boludo? No señor! Seré Ingeniero Electrónico y me besarás los pies dentro de unos años cuando el futuro aterrice por aquí.

Las clases empezaron en los mismos días en que el Tío Cámpora asumía la presidencia. No hace falta describir el ambiente universitario de esos días. Cualquiera que tenga dos neuronas unidas lo puede imaginar. Como dato curioso agrego que el Centro de Estudiantes de Ingeniería estaba dirigido por la Federacion Juvenil Comunista! Sí, la FJC. Qué pedazo de antigüedad carajo! Suena casi como un tango de D'arienzo. Puta madre. El presidente del Centro de Estudiantes era un barbudo con anteojos de marco negro gruesos que vestía pulóveres negros sobre camiseta de frisa blanca. Portaba un olor a chivo francés que perforaba las pituitarias. Todo un arquetipo de la época.

Pasaron los primeros días de clase: Ciento treinta alumnos por aula, todos fumando cigarrillos negros, un solo profe hablando para los quince nabos de la primera a fila y un caos total en el resto del salón componían el paisaje.
Cada quince minutos entraba un barbudo para invitarnos a levantarnos de la clase y marchar contra no sé que mierda y que Perón y que Evita y que la Cuba de Castro y que el Imperialismo y que los esperamos a todos en nuestro local partidiaro y así continuaba la cosa hasta las seis de la tarde en que volvía a mi pensión preguntando en cada kiosco si ya había llegado la revista Pelo.

Recuerdo que en un mismo mes de 1973 descubrí "El Lado Oscuro de la Luna" de Pink Floyd,"Houses of the Hollys" de Led Zeppelin, "Islands" de King Crimson y, un poco más tarde, "Close to the Edge" de Yes. Los compré a todos. Los compré uno detrás de otro en la disquería ROM de Mitre casi Córdoba. El mundo parecía explotar de creatividad y a mí no me alcanzaban los sentidos para abarcarlo. Y no me alcanzaba la mensualidad de mis viejos para pagar discos y comer. Es decir que no comía. Pesaba 59 kilos y los pantalones se me caían. Leía a Lobsang Rampa y me autosujestionaba convenciéndome de que no tenía hambre. Cuando volvía a la casa de mis viejos, los fines de semana, me tragaba media heladera sin abrirla.

Durante uno de los primeros días de junio (más o menos) de ese 1973 me enteré de la proximidad de un parcial de la materia "Dibujo Técnico I". La fecha caía viernes y la hora 20:30.
Bueno, me dije. Me tendré que quedar un viernes a la noche rindiendo un parcial en vez de volver a bailar a mi pueblo como lo hacía siempre. Es el costo de pretender ser un profesional exitoso (en ese entonces no pensaba así... en realidad pensaba en la pendeja que me esperaba con sus tetas jóvenes y duras a la que clavaba dos veces por viernes sin importarme si ella gozaba o no... yo no sabía que las mujeres gozaban entonces).

La puta casualidad quiso que al salir de la facultad viera, desde las ventanillas del 218, un poster pegado en una pared anunciando un recital de Pescado Rabioso. Me bajé del bondi, retrocedí dos cuadras y lo volví a leer. ¡Si! ¡Pescado Rabioso en Rosario carajo! ¡En el Teatro Real de Salta y Oroño carajo! ¡A la misma hora del mismo viernes del parcial de "Dibujo Técnico I" carajo!

¡Carajo y recontramil carajos y la reputa madre que lo parió! ¡Qué mala leche! Creo que mis neuronas tardaron tres milisegundos en tomar la decisión: Fui a ver a Pescado Rabioso y falté al parcial. Ese momento constituye un punto determinante. Un agujero negro en la vida de este pelotudo. Una breve síntesis de mi destino errante y miserable se puede intuir a partir de la observación de ese hecho.

La sala del Teatro Real estaba hasta el culo. Me temblaban las piernas. No podía creer el hecho de estar viendo a Spinetta tocando la viola densa y arrastrada de Pescado. Lebón vestido con túnica, el Black Amaya escondido tras los bombos y el pelado Cutaia dando un toque intelectual al asunto. Nadie bailaba. Cada uno en su butaca se limitaba a marcar el ritmo con los pies.

A la salida del teatro la cana marcaba a algunos pibes y se los llevaban por las dudas. A mí me ignoraban. Será por mi cara de pelotudo pensaba... no sé.

Lo que sí sé es que todavía, de vez en cuando, pongo un CD de Pescado: Nena Boba, Post Crucifixión, Me Gusta Ese Tajo, Blues de Cris. Lo escucho los domingos a la mañana mientras me tomo un vino despacio. Mis hijas me miran con lástima o adoración. No lo sé.

Hay demasiadas cosas que no sé. Por ejemplo no sé para qué mierda estudié Ingeniería Electrónica. Todavía me duelen esos exámenes maratónicos de Teoría Electromagnética y las Ecuaciones de Maxwell y los Sistemas de Ecuaciones Diferenciales en Derivadas Parciales y la reputísima concha que lo parió... qué pelotudo he sido.

Eso sí. He sido coherente toda mi vida. Sigo siendo un pelotudo.