martes, 29 de abril de 2008

¿Qué tenían de zurdo los Montoneros?

Voy a hacer algunas preguntas que, tal vez, algunos alpedistas blogeros sabrán responderme. Si me dan alguna respuesta coherente, sólida, irrebatible e indestructible entonces dormiré tranquilo, sabré que el mundo está en buenas manos, no me temblarán más las rodillas y, quizá, hasta se me pare el pito y me coja a Mónica Bellucci.

1) ¿Qué tenían de zurdo los Montoneros?
2) ¿Qué tenía de Montonero Kirchner?
3) ¿Qué significaba ser zurdo en los 70?
4) ¿De qué tendencia era el FEN?
5) ¿Por qué ser rockero no era sinónimo de ser zurdo en los 70?


Tengo más. Cualquiera que me responda coherentemente una cualquiera de las 5 preguntas se hará acreedor al pituto de titanio que podrá rematar luego en Mercado Libre y llenarse de guita.

Si dentro de una semana tengo cero coments me corto los huevos con el filo de la última página del libro "Flores Robadas en los Jardines de Quilmes".

domingo, 20 de abril de 2008

Los hombres del interior que no tenemos soja (Smoke on the Water)

Esta entrada constituye, por su espíritu, una excepción al carácter insufrible de este Blog. No sé si soy claro, pero quiero decir que estoy hablando en serio. Posta.

Por aquí, por la ciudad de Rosario, hace más de diez años que venimos soportando el humo producido por la quema de pastizales en las islas. Nunca, en ninguno de esos años, el problema trascendió más allá de lo que permiten los medios locales.
Bastó que este año, por una casualidad climática, el viento llevara el humo hacia la Capital Federal para que se desatara el nudo y el problema fuera encarado como un problema. Ya no tiene solución. Es tarde. Sólo hay que esperar una lluvia que apague el fuego.

Al ver por TV las imágenes de Buenos Aires ahogada en humo los hombres del interior que no tenemos soja sentimos un cosquilleo ambivalente. Inmediatamente nos brota el salvaje que goza gritando ¡Jodete Porteño! ¡Por fin te toca a vos! A continuación, cierta culpa nos invade por ser tan crueles al ver que el humo no solo lo padecen ciertos magnates de Puerto Madero si no que, sobre todo, jode a viejas, chicos, mamás como la mía y empleados esclavos como yo.

Bueno, ahora ya lo saben. Espero que se acuerden para prevenirlo el año que viene. Vayan sabiendo que hay otras cosas que nos rompen las pelotas. Por ejemplo: renovar el DNI y el Pasaporte en Rosario significa esperar entre seis y dieciocho meses. En la Capital se puede hacer en un día.

PD: como una ironía de las peores veo, por mi ventana, el humo que desde anoche se intensificó sobre Rosario. Estamos meados por los perros. No hay duda. Menos mal que soy bostero. Si no me suicidaba matándome.

martes, 15 de abril de 2008

Aterido en Chañar Ladeado

Cada vez que llega esta época del año (los primeros días fríos) aparecen en los medios (TV, diarios, blogs, etc.) los típicos comentarios obvios y pelotudos plagados de lugares comunes como, por ejemplo: "La sensación térmica es de tres grados bajo cero y en algunas escuelas porteñas no hay estufas".
La reputísima madre que los parió a todos. ¿No reflexionan ni tres segundos antes de decir boludeces?
Primero: ¿Por qué tienen importancia las escuelas porteñas? ¿No les importa que en San Juan o en Entre Ríos los pibes también tengan frío?
Segundo: Hace frío pero no tanto como para hacer una nota de treinta minutos sobre el tema. Esos pelotudos cronistas que titulan tan dramáticamente esas notas parecen no recordar que hace sólo treinta años no había estufas en ninguna escuela. Más aún, en muchas casas de familia tampoco había estufas. ¿Son nabos o no recuerdan cuando formábamos fila para izar la bandera sobre la escarcha y con pantalón corto? Cuando cursé la primaria (1961-1967) me recagué de frío todas las mañanas de invierno cada vez que entré a la escuela pero no lo viví como una injusticia divina. Hacía frío, nada más. Jugábamos a la pelota en el patio de tierra de la escuela y nadie se moría. Jugábamos con esas pelotas de goma marroncitas con rayas bordó que, cuando te pegaban en la cara, te dejaban colorado hasta el orto por dos días.
Había pibes que venían desde el campo a la escuela pedaleando en bicicleta o en sulky (sí, en sulky pedazo de conchudos... una especie de carro tipo Ben-Hur pero tirado por un solo caballo). Y no pasaba nada. No había dramas, no había gente suicidándose porque hacía frío, no había gas directamente. No existían las redes de gas natural y las garrafas eran un lujo asiático. Y nadie se moría por eso.
No quiero decir que todo deba volver a ser como en las épocas de las cavernas. No. Pero paren un poco con las boludeces super infladas. Quejarse porque en las escuelas no hay gas ante el primer amague de frío equivale a quejarse porque no hay wi fi gratis en la periferia de Chañar Ladeado.
Déjense de romper las pelotas manga de putos. Quéjense por algo que valga la pena perderse pero no por un frío choto que apenas amaga. La humanidad vivió millones de años cagándose de frío. Las estufas a gas se difundieron masivamente hace menos de treinta años y estos pajeros vaticinan el fin del mundo porque hay poco gas o porque en una escuela a tres cuadras de Acoyte y Rivadavia una estufa no anda. ¿Por qué no se hacen culear a máquina? ¡Hagan algo que sientan que valga la pena me cago en Satanás y la reputa conchuda madre que los parió! Son frívolos hasta para quejarse.
Me calenté. Y eso que hace frío. ¿Me estaré poniendo choto?¿Me hará falta una inyección de hormonas?
Váyanse a la mierda ¿quieren?